Abhyāsa-vairāgyābhyāṃ tan-nirodhaḥ

 In Reflexiones

Abhyāsa-vairāgyābhyāṃ tan-nirodhaḥ (Yoga Sutra I.12)

La mente puede alcanzar el estado de yoga por medio de la práctica y el desapego
Abhyasa la práctica constante es el medio para disolver los condicionamientos, las pautas mecánicas de comportamiento adquiridas en el pasado.

Abhyasa está basada en la práctica continua y mantenida en el tiempo, lo que nos permitirá desarrollar la presencia. Una práctica interna que hace posible el mantener una consciencia de observador sin prejuicios ni ideas preconcebidas. Según los textos clásicos, es el punto de partida para apaciguar las fluctuaciones mentales y empezar su transformación.

Por la práctica constante se destruyen los viejos hábitos y las tendencias mecánicas de la mente. Cuando el practicante se establece en abhyasa, el Sádhana impregna su inconsciente y empieza a formar parte de su personalidad, actuando desde las profundidades de su mente.

Aquí nace el camino del desapego, Vairagya, la libertad respecto de los deseos.

Realmente cuando práctico de manera regular y mantenida en el tiempo puedo observar todos esos cambios en mi persona. Estoy más centrado, sereno y durante más tiempo.

Además resulta más fácil y rápido volver a ese centro cuando percibes que lo pierdes.

Al estar centrados en el momento, también es más fácil ver cómo actúa la mente….los hábitos, la memoria, los condicionamientos y hasta qué punto dominan mi vida.

En ese centro donde la mente esta serena y receptiva a lo que sucede sin enjuiciar, surge una claridad que me brinda la oportunidad de trabajar el desapego.

Si estoy, puedo ser y es en el ser que puedo transitar la vía de la acción pura.

Hacer lo que sientes que tienes que hacer, libre de la memoria, de los hábitos, pero también de los frutos futuros. Fluir con la corriente de la vida y acercarme  un poquito más al estado de yoga.

Un paso te acerca al siguiente y así sucesivamente, cuanto más andas, menos te cuesta. Cuanto menos andas, más difícil es hacerlo. Esta es una de las primeras lecciones que aprendes en este camino, también lo silenciosa lucha que mantienes muchos, muchos días con tu mente camino de esa transformación.

Ella, su personaje el ego y la ignorancia, son como una elevada montaña que se alza ante nosotros y nuestra práctica, ante nosotros y nuestro Sádhana.

Nuestro camino es como el camino del aire o del agua, ¡Sí¡ la clave es la paciencia.

Si queremos dar forma a esa montaña, si queremos erosionarla y finalmente superarla, tenemos que ser persistentes, soplar como el viento, caer como el agua, sin desánimo, una y otra vez.

La paciencia es amarga pero su fruto es extraordinariamente dulce, seguramente tan dulce como el amrit, ese néctar que destila una parte del cerebro cuando el yogui entra en Samadhi.

De momento el asomo de ese gozo divino, son esos momentos de extraordinaria calma mental que nos aporta en ocasiones nuestra práctica.

Seguiremos dudando antes de realizarla y disfrutando después de haberla llevado a cabo. La noche siempre sucede al día.

No hay nada que se resista a un amor suave y paciente.

Buena práctica.

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