CUENTO DE SOLSTICIO DE INVIERNO
Ilbio se sentó, una vez más, en aquella
piedra que parecía estaba hecha para él.
Recordaba aquel lejano tiempo que la
descubrió y, por primera vez, se sentó en ella, sintiendo que sus entrañas se
removían y se hacía uno con el entorno. Era su lugar sagrado.
Sus hermanos y parentela al morir sus
progenitores eligiéndole como líder, emprendieron una exploración de terrenos
más productivos donde afincarse y hacer un nuevo poblado; llegando a
aquellos parajes que prometían fertilidad. Ricos pastos y agua abundante con la
particularidad de aquel risco que, majestuosamente emergía del centro de la
pradera donde en su mejor atalaya se encontraba la piedra que le servía de
asiento, y que en el se sentía como un rey. Realmente así le consideraban
todos los de la aldea que habían formado, el había sido el líder y seguía
siendo el guía de ese poblado, ya próspero para todos.
Ahora, pasado tanto tiempo, volvía a ver de
nuevo como el sol se iba poniendo en horizonte, escondiéndose cada vez mas
pronto detrás de aquellas montañas que estaban a lo lejos.
Pronto había de llegar esa dia que era tan
corto y la noche larga y que, después, el sol retornaría con más fuerza
para poder agrandar los días y las semillas comenzaran a germinar.
Se sentía mayor y sin muchas energías. Pensaba
en decir a los suyos que desistía ya de las labores del campo que le tocaba ya
la marcha por lo que meditaba como quería hacerlo saber. Muchos de los
suyos ya se habían marchado de este mundo, no sabía como el resistía tanto, era
el mas longevo.
La cosechas de frutos había sido
espléndida y había en los silos muchas manzanas y frutos secos para
pasar el crudo invierno, así que decidió que convocaría a todos los lugareños,
casi todos ellos provenientes del mismo entroncamiento familiar.
Kara, su mujer, así como otras mujeres de
la tribu de sus antecesores habían venido con el y sus familiares, no más de 15
personas, empezado aquel poblado que ahora se había quintuplicado y seguía su
desarrollo.
Cercanos a ellos se habían asentado otros
pobladores provenientes del norte que habían aportado ganados y se habían
mezclado con ellos, convirtiendo la comarca en una población próspera y bien
avenida.
Había decidido convocar a todos los de su
tribu a las tribus aledañas que ya estaban emparentados, al fin y al cabo,
todos venían a el para pedirle consejo y ayuda, por lo que le
consideraban como a un líder.
Era el momento de retribuirles algún regalo
a cada uno, ya que sabía que su fin era cercano y el había recibido de ellos
muchos presentes a lo largo de su vida como ofrenda por sus consejos.
Se dirigió a la cabaña y convocó a los
suyos.
-Llega la hora de mi partida, y pronto será
el día mas corto del año, por lo que tal día, haremos una fiesta de
despedida, como si lo hiciéramos al sol y para ofrendar a todos e invocar al
nuevo sol que nos provea de buenas cosechas venideras. Id por las aldeas y que
vengan todos, los quiero ver antes de partir.
Sus hijos y yernos salieron a comunicar a
las aldeas la noticia para que en dos días se personaran en la aldea
central para agasajar a Ilbio y ser a la vez reconocidos todos por el y
darle el adiós postrero.
Se celebró una gran fiesta, era la época en
la que los agricultores tenían poco que hacer. La recolección había
llegado a su fin y solo quedaba salir a tomar el sol y recoger leños para los
días crudos que aun vendrían.
Ilbio celebró con todos y a cada uno le dio
un presente de frutas de su propia cosecha y quesos hechos de la leche de sus
mejores cabras.
Hicieron una gran celebración y, como
Ilbio propuso, exhortarían al sol que, tras su descanso, renaciera luego con
mas brío de energía para que la nueva cosecha fuera productiva.
Pasó el día más corto y dos días más
durante los cuales las fiestas y el encuentro entre familias había sido no sólo beneficioso
para todos, sino que había reinado una paz y un entendimiento que perpetuaría
en las siguientes generaciones, se habían reencontrado parientes que no se
conocían y niños nuevos con los que un día entablar alianzas y
casamientos.
Pasaron nuevas épocas,
y cada año, por las fechas del solsticio de invierno, cuando las labores del
campo habían terminado y el sol se iba a descansar el día mas largo, todos
los descendientes de aquella tribu, se reunían para reencontrarse y establecer
lazos de convivencia y amistad para seguir no solo honrando Ilbio que había
muerto dos días después de la celebración sino para perpetuar ese día que
el sol descansaba para remontar con nuevos bríos.
Celebremos
el retorno de la luz, el retorno del sol…